miércoles, 22 de junio de 2016

Rosa y sus tartas atrevidas

En Extremadura, solo dos obradores elaboran 100% sin gluten


Rosa Gutiérrez, en su obrador de Cáceres. :: Jorge Rey

En las ciudades pequeñas, cuando alguien abre una tienda, algo nuestro se abre. Solemos asistir a la inauguración de multitiendas, peluquerías, ópticas y clínicas odontológicas, una tras otra, con escepticismo y aburrimiento. Por eso, cuando alguien abre una tienda especializada y rompe el molde, la mirada ociosa y provinciana se dirige hacia el nuevo escaparate. A ver qué pasa.

Y a ver qué pasa nos acercamos hoy a una tienda llamada Celicidad. Traducción: se puede ser celiaco y se puede ser feliz. De esta aventura, nos interesa mucho su condición de termómetro de la modernidad. En las grandes ciudades, es natural descubrir un obrador donde se elaboran tartas, galletas, muffins, brownies y bizcochos para veganos y celiacos. ¿Pero en Cáceres? De hecho, en Extremadura solo hay dos obradores cuyos productos son 100% sin gluten. Uno es Sin Gluten Recién Hecho, en Oivenza, y el otro, Celicidad, este obrador cacereño que Rosa Gutiérrez abrió en marzo en la calle Parras de Cáceres. Si ambas iniciativas, diferentes y arriesgadas, perduran, será un síntoma de normalidad y avance.

La familia de Rosa proviene de Oliva de Plasencia y ella vive con su pareja y sus dos hijos en el barrio cacereño de La Mejostilla. Trabajó Rosa en tareas de administración y gestión en estudios de arquitectura, pero hace diez años, al nacer su primer hijo y antes de que estallara la crisis, decidió dejar de trabajar para atender a sus pequeños. En 2012, creyó llegado el momento de volver a trabajar y se planteó hacerlo para sí mismo, no por cuenta ajena.

«Había observado que en los cumpleaños de mis hijos, dos de sus amigos, uno, celiaco, y otro, alérgico a la proteína de la leche, no se integraban bien al no poder tomar los mismos alimentos que el resto. Pensé que montar un obrador de repostería para celiacos y personas con determinadas alergias podría ser interesante. Hice un estudio de mercado, asistí a cursos tanto de repostería como de community manager y de fotografía gastronómica y abrí el obrador"» resume sus pasos.

Gran parte de su formación es autodidacta. «En este mundo hay mucho secretismo y no se suelen compartir los conocimientos así que he aprendido a base de error/ensayo, ensayo/error», confiesa. Además de para celiacos, elabora productos para quienes tengan cualquier otra intolerancia.

Lleva cuatro meses ensayando para hacer pan y esta semana empezará venderlo. «Hacer pan es fácil; hacer buen pan es difícil; hacer pan sin gluten, ya es para nota», resume su iniciativa panadera. «El problema del pan sin gluten, detalla, es que se nota en exceso el sabor plano e insípido de la harina de maíz. La cuestión es imitar el pan glutanero y lo consigo con harina de alforfón (sarraceno), harina de arroz, masa madre y fermentación lenta».

Cuando la repostería creativa americana triunfa, Rosa opta por lo tradicional y natural, «donde prima el sabor y la belleza de la imperfección artesana». Califica de muy buena la respuesta a su iniciativa. «Incluso el 35% de clientes no tienen ninguna intolerancia alimentaria», calcula.

En su carta, aparecen magdalenas de naranja (12 unidades, 720 gramos: 5.65 euros), tartas fusión de perrunilla con masa especiada, tartas zen de té verde y mandarina, tartas de pera y canela o la tarta atrevida de caramelo, jarabe de arce y frutos secos. Elabora bizcochos, tartas, galletas, magdalenas y brownies en diferentes categorías y estéticas: campestre, atrevida, locura chocolate, zen y fusión. Una tarta de un kilo y 10 raciones: 25 euros.

Aunque lo mejor de todo es que su repostería no es triste; que Rosa no despacha, atiende y que lo bueno que tienen sus tartas y bizcochos es lo que no tienen: conservantes ni colorantes. Una alegría en provincias: la nueva tienda de Rosa funciona. ¿Y si ahora funciona el efecto mímesis, como suele suceder en Cáceres, y abren diez obradores para celiacos? A Rosa no le preocupa esa posibilidad por una razón fundamental: «Me pone la competencia».

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